viernes, 5 de julio de 2013

Ser machista sale caro...

Hace tiempo comenté en tono de broma con mi novia que algún día iba a hacer una campaña en pro de la equidad de género titulada “ser machista sale caro”… donde el objetivo fuera fomentar que las parejas compartieran gastos. Si bien le pareció interesante, me comentó que seguramente muy poca gente la apoyaría, pues a la mayoría de las mujeres les gusta ser tratadas como reinas, y si los hombres procedían de esta manera, iban a mejorar sus finanzas, pero terminarían reclamándome haberles estropeado su vida sexual. Y es que la lógica de la desigualdad entre géneros no solo le afecta a las mujeres, pues uno como hombre puede llegar a sufrir bastante por eso.
                
Mientras las mujeres son educadas por Disney, por las telenovelas y demás estereotipos donde el hombre ideal es aquel que las trata como princesas, los hombres tenemos que cargar con otros tantos, no menos difíciles de cumplir. Ser varonil, rudo pero al mismo tiempo tierno, un gran proveedor, apuesto, caballero, héroe, galán… Lo más duro es quizá cuando estas representaciones del hombre ideal se inscriben en los cuerpos, y terminan determinando cuestiones de mayor trascendencia que si fui capaz de salir con la chica que me gusta. Algunos estudios han puesto énfasis en cómo la respuesta a las enfermedades crónico-degenerativas se encuentran mediadas en gran medida por los roles de género socialmente asignados: Por un lado, las mujeres que deben fungir como madres abnegadas suelen estar más atentas a la salud de sus parejas e hijos que de la propia, pero por otro lado con los hombres no es muy diferente, pues aceptar “ser cuidado” y dejar de ser el proveedor del hogar puede resultar sumamente transgresor y humillante. Hace tiempo me enteré de un caso donde un padre de familia sufrió terriblemente debido a un cáncer, que solo tras su fallecimiento se supo que era de próstata; y no se trataba de una situación meramente familiar o psicológica, sino con un trasfondo cultural que a veces es difícil de ver, pues como otros casos similares, nunca se hizo público la enfermedad que padecía por vergüenza, ni deseaba someterse a ciertos tratamientos para no quedar “impotente”… y durante su enfermedad,  se le llegó a recriminar su condición de invalidez por parte de su pareja, que por cierto, se había convertido en su soporte económico.

               Y éste es un caso como muchos otros, donde puede constatarse una premisa marxista recuperada por Pierre Bourdieu: Los dominadores no son más libres que los dominados, sino que están sometidos por su propia dominación. Este puede ser un ejemplo extremo, pero los micromachismos operan todos los días de formas más sutiles, y en múltiples direcciones. ¿Cuántas veces, sin que nuestra pareja nos lo pida, muchos hombres nos hemos visto en serios aprietos económicos por tener que pagar una cuenta de una cita que bien podría haberse compartido, solo para cumplir con el rol del caballero? ¿Cuántas veces, aunque hombre y mujer trabajen, la despensa y el gasto familiar salen solo de la bolsa del varón, mientras que la dama gasta buena parte de sus ingresos en cosméticos, zapatos, ropa y demás accesorios que le permiten verse y sentirse bien?


            Hay una realidad que sigue imponiéndose, las calles son cada vez más peligrosas, sobre todo de noche, y ante esta realidad, peligra mucho más una mujer. Lamentablemente, nuestra imaginación para lo más que nos da es para convertirnos en un héroe lo suficientemente valiente, que pueda proteger a las mujeres que queremos de esa clase de peligros, como un caballero medieval, o quizá como un superhéroe de Marvel o DC Comics. Lo que no nos atrevemos a soñar, es con un mundo donde hombres y mujeres podamos caminar libremente sin ningún peligro… El machismo, la desigualdad y la inequidad de género no son un asunto solo de mujeres, y la agenda de género nos debería preocupar a todos, aún a los hombres heterosexuales que crecimos aspirando a ser felices y hacer felices a nuestras parejas, pero muy poco preocupados por las injusticias, que no son obra sino de nuestras acciones de cada día. Y sí, ser machista sale caro, no solo para los bolsillos del caballero, sino para un mundo sediento de justicia, así que ¿Por que no empezamos por lo más sencillo y compartimos gastos?